Hola, ¿cómo estás?
Te escribo desde un cafecito francés en rainy London. Hoy tuve que interrumpir mi caminata matutina por la lluvia, y me pareció una buena idea para ponerme a escribir sobre mi nueva rutina de la mañana con un café en soledad.
Pero antes que nada, GRACIAS a todas las personas que respondieron el correo anterior con ideas para los 100 días de creatividad. Me entusiasma un montón terminar el desafío en compañía.
🧡
Desde hace un mes tengo una nueva rutina que empecé un poco por impulso, como casi todo lo que hago (soy aries, para qué negarlo) y ahora descubrí que me hace bien por muchos más motivos que los que imaginaba cuando arranqué.
Sin importar en qué ciudad esté, qué clima haga o qué tenga que hacer ese día, me despierto temprano, me calzo las zapatillas y salgo a caminar. A veces lo hago después de dejar a mi hija en la escuela, a veces lo hago en la mitad del día y a veces, como hoy, lo hago cuando todos están dormidos y necesito un poco de soledad.
Caminar temprano me renueva. Es algo tan pavo y tan poco original que no necesito construir nada en torno de eso para que funcione.
Hasta escribir un diario necesita una especie de ritual: agarrar siempre el mismo cuaderno, una lapicera linda o que escriba bien, un sector de la casa que ya tenga luz, una cantidad de páginas, una pared a la que mirar cuando ya no sé qué escribir, etcétera. Pero caminar puede ser todos los días distinto, e igual puede funcionar bien, o incluso mejor, que el día anterior.
Acá algunas cosas que me trajo salir a caminar todos los días 👇
1. Contarme otro cuento
Caminar a primera hora del día me sirve en parte porque me ayuda a cambiar los pensamientos que se me aparecen cuando recién me levanto --que suelen ser oscurísimos-- por otros completamente distintos.
Mi gran ejercicio diario (que no es caminar) es reemplazar la narrativa que me cuento a mí misma cuando recién me despierto, por otra más amable y menos apocalíptica. A veces ese trabajo me toma todo el día, a veces solo un rato, pero descubrí que caminar lo acelera bastante, incluso mucho más que escribir.
No sé si tiene que ver con el viento en la cara, con la música que entra directo a mis oídos, con el movimiento de la sangre por mi cerebro o con descubrir desde muy temprano que soy mínima al lado de la inmensidad del mundo, pero algo automáticamente se despierta y me calma, y me obliga a repensar todo lo que a primera hora parecía oscuro y aplastante por algo más luminoso y liviano. Como si pudiera abandonar el traje.
2. Sentirme a salvo
Si hay algo que aprendí en los últimos años de trabajar con mi cuerpo y mis emociones de manera más consciente, es que mi sistema nervioso se desregula muy fácilmente cuando estoy en un espacio físico desconocido.
Estos meses de mucho viaje y ciudades, barrios y personas nuevas, me llevaron a un estado de alerta bastante frecuente, y descubrí que caminar sola en cada nuevo lugar de manera proactiva y a mi ritmo, me ayudaba a sentirme más a salvo.
En lugar de quedarme adentro y hacer todo lo posible por no exponerme al miedo que me da no conocer nada, perderme, que se me acerque alguien a lastimarme, me obligo a confiar en que si voy a mi ritmo, puedo. Y que en realidad quedarme en casa no me salva de nada, porque la mayor parte del miedo está en mi cuerpo, y no hay una forma real de irme de esa casa, sino de volverla cada vez más segura.
Leslie Kern y su libro Ciudad feminista, sobre lo urgente e importante que es para las mujeres y disidencias recuperar el espacio público, de la manera que se pueda.
3. Mirar mejor
Caminar a solas me enseña a mirar de otra manera, a prestar más atención, a saber estar más ahí.
En The Art of Noticing, el libro de Rob Walker sobre prestar más atención al mundo para impulsar tu creatividad --y tu vida--, habla de las "Noticing walks" (o "Caminatas de prestar atención").
¿Cómo sería una "noticing walk"?
Se resume en tres frases:
1. Caminar por ahí.
2. Prestar atención.
3. Sacar fotos (o tomar notas, o garabatear, cualquier cosa que se pueda hacer rápido mientras caminás).
Es muy loco porque funciona tanto en una ciudad nueva como en el barrio en el que vivís hace 15 años. Si salís con la idea de prestar más atención y sacar fotos, vas a ver que muchas de las cosas que antes te pasaban desapercibidas, ahora se ven distintas, o más interesantes, o incluso más raras.
Fotos después de una caminata por el barrio nuevo en el que nos estamos quedando en Londres.
Hoy las recomendaciones siguen con la idea anterior sobre caminar, enfrentar el miedo y prestar atención.
El libro (y el mantra) Corré hacia el peligro (o Run towards the danger), de Sarah Polley
En este libro de ensayos, la directora y actriz canadiense Sarah Polley cuenta que a raíz de un golpe muy fuerte que tuvo en la cabeza, quedó prácticamente inhabilitada para tener una vida funcional (trabajar, maternar, escribir, caminar) durante dos años. Después de probar muchas terapias, medicamentos y tratamientos, decidió ir a ver a un médico muy disruptivo en sus formas pero aparentemente muy efectivo que le sugirió esto:
“Siempre que puedas, corré hacia el peligro en vez de alejarte de él. Si no exigís a tu cuerpo y le pedís que vaya en dirección al miedo y no hacia el lado contrario, no te vas a curar.”
Ella al principio lo odió, porque hacer eso implicaba tener dolores de cabeza constantes por exponerse a la luz, por ejemplo, pero como estaba desesperada lo intentó una y otra vez. Cada vez que algo le parecía imposible o doloroso, lo intentaba con más fuerza. Así, en unos pocos meses, se curó.
A mí me pareció un consejo maravilloso y lo empecé a aplicar en TODO, como un mantra.
¿Te da miedo que tu hija se pierda en el supermercado? Corré hacia el peligro: Probá cuánto tiempo podes pasar ahí adentro sin verle el pelo.
¿Te da miedo mudarte de país? Corré hacia el peligro: Hacelo sola con tu hija en un país y con tu marido, hijastro y madre viviendo a miles de kilómetros.
¿Te da miedo empezar ese proyecto? Corré hacia el peligro: Empezá dos y que fracase uno, así el fracaso va a dejar de ser un problema.
¿Te da miedo escribir mal? Corré hacia el peligro: Escribí dos libros al mismo tiempo: no vas a tener tiempo de preocuparte por ninguno.
¿Te da miedo desconocer la ciudad? Corré hacia el peligro: Salí a caminar todos los días hasta que no te quede nada por (des)conocer.
Las fotos de Corita Kent en su nuevo libro Ordinary things will be signs for us (Las cosas comunes pueden ser nuestras señales)
Corita Kent es una de las personas que más escribió, enseñó y ejerció sobre el acto de presencia creativa. Este nuevo libro de ella con las fotos que sacó a lo largo de toda su vida mientras intentaba prestar atención parece una hermosura. Todavía no lo conseguí pero solo con ver las imágenes que hay sobre el libro en internet, ya me inspiró.
El libro Free play, la improvisación en la vida y en el arte, de Stephen Nachmanovitch
“La atención, la práctica y la poesía en la vida no deben reservarse para un momento y un lugar en que todo es perfecto. Podemos usar precisamente los instrumentos de las presiones de nuestra sociedad para aliviar esa misma presión”.
En este libro hermosísimo, Nachmanovitch, que es un violinista que ejerce la improvisación (en su arte y en su vida), deconstruye ese mismo acto. ¿Cómo es dejarse llevar? ¿Qué se pone en juego a la hora de crear? ¿Cómo podemos hacerlo con mayor libertad y presencia, usando TODO lo que tengamos a mano para crear?
Caminá tu ciudad con ojos de turista
Tomate un rato, una tarde o solamente una ida al supermercado para mirar tus cuadras con ojos de turista. ¿Qué mirarías distinto? ¿A qué le sacarías una foto? ¿Qué te llamaría la atención?
Podés sacar fotos, anotar frases o palabras en una libretita, tomarte un café en una mesa en la que no te sentás nunca. Fíjate cómo te sentís y qué descubrís.
Si algo de ese ejercicio te gusta, me lo podés compartir para hacer un compilado de estos momentos turísticos en la ciudad a barduhau@gmail.com
Sumate a las nuevas ediciones de Maternal Journal online
(Re)diseñá tu proyecto (o tu vida) con Supernova
¿Sentís que tu proyecto perdió fuerza? ¿Cambiaste mucho y no sabes cómo traducir eso a tu vida profesional? ¿Querés hacer un cambio pero no lográs ordenarte?
Dejanos tu datos en este formulario y te acompañamos con estrategia, confianza y amor a dar ese nuevo paso en tu vida.
La semana pasada retomamos los encuentros online de Maternal Journal en español y fue muy hermoso.
Voy a dar al menos un taller de Maternal Journal por mes hasta fin de año.
Podés inscribirte en este link para enterarte de las próximas fechas.
“Una vida creativa es una cuestión riesgosa. Seguir el propio curso, no trazado por los padres, por nuestros pares, o por las instituciones, implica un delicado equilibrio de tradición y libertad personal. Ser, actuar, crear en el momento sin sostén ni apoyo, sin seguridades, puede ser el juego supremo.”
Stephen Nachmanovitch
Gracias por estar del otro lado.
Si este correo te dio ganas de salir a caminar, contame.
Te recomiendo arrancar escuchando este tema y que el algoritmo te sorprenda con otras cosas.
Si pensás que lo que escribí le puede servir a alguien, podés reenviárselo o compartir un pedacito en tus redes.
Te mando un abrazo desde una también lluviosa Estocolmo, que es donde terminé de escribir este mail.
Que tengas un lindo domingo,
Bar
Soy Bárbara Duhau, aliada creativa, escritora y docente. Acompaño a las personas a crear y a animarse a crear, desde mi estudio creativo Supernova, la comunidad Vida Propia y mis propuestas de color y creatividad.
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